Honrar la Ruta: No es el Tiempo, es la Verdad que Corres
Hay algo que no se dice lo suficiente en el mundo del running: no normalicemos los tiempos.
Deja de mirar el reloj como si fuera el único juez de tu valor.
No todos tenemos las mismas condiciones, historias, procesos ni motivaciones. Y eso está bien. No es un problema: es humanidad.
Cada persona que cruza una meta —sea en 1 hora 20 o en 3 horas— ha sostenido una batalla interna que probablemente no ves.
Y eso merece respeto porque los procesos no se comparan, se honran.

Y hablando de honrar, hablemos de las distancias; media maratón, maratón, ultra.
¿Cuándo se nos olvidó el peso sagrado de esas palabras?
No están hechas para improvisar. No están hechas para sufrirlas a toda costa.
Están hechas para prepararse con amor, para disfrutarlas, no para sobrevivirlas.
El verdadero logro no es llegar a la meta: es llegar entero, presente, agradecido y eso solo se consigue con bases sólidas.
Correr como estilo de vida es un trabajo artesanal, donde cada carrera se construye paso a paso, entreno a entreno, con cabeza, cuerpo y alma.

No deberías comparar tu proceso con el de otro, que no tiene ni tu misma genética, estilo de vida, trabajo emocional, experiencias ni mucho menos nivel de entrenamiento que tú.
El running requiere de una serie de condiciones y prácticas para que resulte sano para alguien del común, que no es profesional en esto, es decir que lo practica como un hobby.
¿Qué prefieres? ¿Una vida llena de carreras hasta una edad bien adulta o una vida limitada que te cueste hasta subir las escaleras?
Recuerdo que lo viví y fue horrible esa tendinitis y fascitis plantar que me dio en su momento por la sobrecarga.
Hoy agradezco que aunque entreno a diario, he logrado crear un balance con el estiramiento previo y posterior al entrenamiento para calmar la obsesión, pues entiendo que correr es una actividad de impacto y que si quiero que sea por muchos años mi hobby, mi pasión, debo encontrar ese equilibrio que no ponga en riesgo mi salud.

🛠️ Tips para saber si necesitas revisar y hacer ajustes a tu plan de entreno:
- Te sientes constantemente agotado, incluso después de días de descanso.
- Te duelen siempre las mismas zonas del cuerpo (rodillas, talones, caderas, etc.).
- Has tenido más de una lesión en los últimos meses.
- Has perdido la motivación o el disfrute por correr.
- Duermes mal o tienes más ansiedad de lo habitual.
- No estás mejorando tu rendimiento a pesar de entrenar con frecuencia.
- No estás incluyendo estiramientos, movilidad o fortalecimiento.
- Comes igual que siempre aunque estás entrenando más fuerte (o al revés).
⚠️ Si dijiste que sí a dos o más, puede que tu cuerpo esté pidiendo un nuevo enfoque.
¡Escúchalo! pues la sostenibilidad del running está en el balance, no en la obsesión, está en tu autocuidado, no en las medallas.

Porque correr no es solo mover las piernas, es decidir, todos los días, levantarse y hacer lo que dijiste que harías cuando ya no tenías ganas.
Correr es profundamente solitario; no porque estés solo, sino porque nadie puede correr por ti, nadie va a enfrentar tus excusas, tus miedos, tus dramas... solo tú puedes hacerlo.
Y lo más difícil no es correr 21, 42 o 60 kilómetros.
Lo más difícil es tener el valor de llegar al punto de partida.
De comprometerte con tu proceso, de decidir que esta vez no vas a traicionarte, que vas a entrenar con paciencia, que vas a confiar en tu cuerpo y que vas a encontrar alegría incluso en el cansancio.

Porque una carrera no se corre solo con las piernas, se corre con el corazón y se conquista con la determinación de atreverse a empezar.
Al final, lo más importante no es el tiempo, es la sensación, lo que sentiste en el kilómetro 12 cuando pensaste en rendirte, lo que descubriste de ti mismo en el 18, la emoción que te atravesó al ver la meta.
Por eso, la próxima vez que veas a alguien que corrió una distancia larga, no le preguntes: "¿Cuánto hiciste?"
Mejor pregúntale: "¿Cómo te sentiste?"
Ahí es donde está la verdadera historia.
