Cuando lo existencial y lo simbólico despiertan el alma
Hay momentos en los que una palabra, una mirada, un gesto sencillo… atraviesan, no por su forma, sino por lo que tocan adentro, no por lo que explican, sino por lo que despiertan.
Así fueron estos últimos tres workshops, pequeños en número, pero enormes en revelación.
No se trató de dar respuestas ni de guiar a nadie hacia un lugar prefabricado, se trató de sostener un umbral, un espacio donde lo humano pudiera respirar con profundidad, y el alma, simplemente, recordarse.
Y ahí lo comprendí:
¡Cuando se toca lo existencial y lo simbólico, el alma se despierta!

Lo existencial: las preguntas que nos llaman desde siempre
¿Quién soy?
¿Qué sentido tiene todo esto que me pasa?
¿Por qué duele? ¿Para qué sigue doliendo?
¿Y si dejo de correr detrás y simplemente me rindo a lo que es?
No hay respuestas únicas, pero cuando una persona se atreve a formular estas preguntas en voz alta —sin anestesia, sin maquillaje—, algo dentro se abre.
Lo cotidiano pierde peso y lo verdadero, lo que late por debajo de las máscaras, empieza a emerger.
¡Eso es tocar lo existencial: permitir que lo profundo hable!

Lo simbólico: el lenguaje que el alma sí entiende
Una carta que se quema, una piedra que representa una carga, una semilla que ilusiona, una vela que enciende un duelo, o una intención.
Lo simbólico es lo que transforma lo invisible en visible.
No es decoración, es medicina, es puente entre lo emocional y lo espiritual.
El símbolo no se razona, se siente y por eso, deja huella.

Lo irremplazable: tu verdad interna, cuando se hace cuerpo
Después de cada taller me quedo con una certeza: cuando se honra lo existencial y se activa lo simbólico, hay verdad.
Y donde hay verdad, hay consciencia y donde hay consciencia + acción, hay transformación.
Porque lo irremplazable no está en los formatos perfectos ni en las fórmulas de éxito, sino en lo que se revela cuando una persona se rinde, aunque sea por un instante, a su verdad más honda.
¡Ahí está la semilla, ahí comienza el verdadero camino!

Cuando lo simbólico toca el alma y ya no hay vuelta atrás
Hay momentos en que una palabra, una imagen o un silencio…nos desarma, no por lo que dice, sino por lo que despierta.
Eso fueron estos talleres, un lugar donde no vinimos a aprender, sino a recordar lo que somos.
Irremplazables, intransferibles y humanos.

¿Y si seguimos caminando juntos?
No sé si esto fue un taller, un ritual o un espejo, solo sé que sentí a las personas, dispuestas con sus ojos encendidos y que ahí, justo ahí, apareció algo real, algo que no se puede reemplazar con likes, con títulos, ni con discursos lindos.
Este es el compromiso que ofrezco; mi propia rendición, mis preguntas sin respuesta y esta certeza medio temblorosa de que el alma se despierta cuando nos atrevemos a mirar lo que más evitamos.
No te invito a que me sigas, te invito a que te sigas a ti, a que no apagues lo que te duele porque tal vez eso es justo lo que te está pidiendo nacer.

Y si en ese camino necesitas compañía honesta, sin fórmulas ni promesas vacías, aquí estoy, no como experta, sino como alguien que también está rindiéndose, una verdad a la vez.
¿Qué parte de ti ya no puedes seguir ignorando?
Nombrarla es el primer paso, escucharla, el siguiente y rendirte a ella… podría ser el comienzo de algo que no se puede reemplazar.
Yo no tengo todas las respuestas, pero sí el deseo de seguir creando espacios donde podamos sentirnos humanos sin miedo y escucharnos con verdad, sin tanto ruido porque a veces, lo más poderoso es sabernos acompañados.
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¡Gracias!